viernes, 25 de junio de 2010

Sueños Dorados


I



Sepia uniforme que me acompaña en las noches,

sueños enteros que no me dejan dormir,

¿Porqué el dolor?

¿Porqué el sudor frío de enteras madrugadas?


¿Acaso soy yo el culpable?

Soy yo el amargo bocado que a quedado,

el informe indiscreto de esos años pretéritos,


Mírame, mírame, soy el suicidio ruidoso del viento


La canción entera, llena de melancolía,

plasmada toda, esparcida en mi piel.



II



Sus labios


El muestrario oportunista de algunas cosas nuestras,

el cine acompañado de perfume sin color,

el ambiente sazonado con su andar, su temple sonrisa,


El secreto guardado en la cartera de cuero,

los novenos y las salidas,

las pinturas de las calles, y el callejón solitario

cual como si fuese él,

amigo tranquilo de una tormenta inacabable.



II y 1/2



De una inacabable decisión que no llega,

que supera el frío dulce de esta ciudad,

que supera los ojos que nos miran,

que supera el antiguo recuerdo que nos separó,


De esas cercas blancas al costado de tu casa,

sin cosas, ni manos para besar,

sin música siquiera, para que puedas bailar,

como esos sueños, como esas noches,

como ese frío que se atraganta en la puerta de mi casa,

que se persigna antes de entrar,

que me cuenta sentado, como fue la vida en estos años...


Me mira indeciso.



III



Un tiempo sin miseria,

un segundo sin futuro, escrito,

un fenómeno que no es mío,

un alma que no me corresponde,

un instante detenido, y todo lo que te conté no sirve


Tanto pediste retener ese nirvana en tu cuerpo,

que olvidaste la miseria de un futuro cercado, excluido de mí


No dudes, no preguntes nada,

Importa siempre más lo que tienes, que yo.