viernes, 18 de diciembre de 2009

Años


Preciosos aros que caín en el pasado

los años, rendidos bajo su mirada

los labios de ella en los prados descansaban

mis manos oscilantes entre la música vivían.


Algunos de aquellos, que en la mente saltaban

los años y más años pasaban, el ruido incesante

las calles llenas de poesía libre, de mujeres desnudas

de bohemia perdida, mis cosas no tenían nada.


Mis gritos tirábamos, mis piernas corrían

las veredas detrás parecían, el infierno vagabundo que nos miraba

los palos que caían en nuestras caras, la ropa rara y los collares negros

las prostitutas bailando en la almeda, las prostitutas bailando en el agua.


Los afiches encarcelados en las paredes, las pinturas de vaginas comprimidas

la música que desde el fondo, con maquiavélica intención, nos miraba

el piso y las drogas, las que a aquellos años, los volvían bicolor, bisemanal, bisexual

el agua refrenada en las garganta con sangre, la que el cerebro destruía


¿Y a donde se fueron los años?


¿Y que fue de la música que nos miraba?


¿Y las mujeres desnudas de las calles?


Aquellas que amaban las corridas, las saltadas, los mundos paralelos, la noche

los exquisitos sentidos de razón ilimitada, en donde una ves más, solo vivíamos.


Vivíamos como era nuestra mundo, y como siempre quisimos. Amén.


lunes, 7 de diciembre de 2009

La puta de los niños, de los libros, de las calles.


Esencia de lágrimas vagas


cayendo desechas en el alma


las tristes y más tristes lágrimas perdidas,


aquellas que en todo lugar pecaban




En las tormentas del aforme sonido


roncando despierto el auge apretado de caderas


los caídos vestidos de la escuela


sobre sus tobillos gritaban




Las dulces muecas que ella leía,


a sus quince años amaba, cual puta desquisiada


en las fauces de las camas, de sus padres, de sus libros


entre las caricias trepantes y mutantes, ella me sorteaba




Ella, la niña de los ojos verdes, la que me enseñó tanto y nada


la que siempre me tenía una sonrisa,


los brazos bajos, y su casa deseheredada


la niña que me enseñó de que todas la canciones cantaban para ella.




Quien me hizo poeta, escribiendo y escribiendo,


dedicándome a mirarla entre el sol que entraba en su piel


las odas y los versos no me alcanzaban para decirle que la deseaba


a mis quince años y a sus quince años, fuimos poetas y putas.




Fuimos, porque el tiempo no a de volver, ella ya no existe


y quizás...este "miito" tampoco.




jueves, 3 de diciembre de 2009

Alma de Diciembre


¿Cómo se hizo el morir, por la esperanza?


la tierra y los verdes que sueñan


el son del ritmo en el aire, el ritmo bailándose lento


los fugaces eventos que vemos




Las caras de los muertos en el sol


y las historias que se dedicaron a mantenerlos dentro


en la brisa de verano los besos de ella


los que se quedaron tan lejos.




Aquellos que sientes cuando en los sueños, no quieres despertar


cuando en tu piel se dibujan los tiempos


aquellos que cicatrizáis, con la mirada


los que en mí, todavía sangran






¿Y volverán entonces otra vez, bochornosas, las tristes golondrinas?


esas que no sudaron en verano, esas que vuelan bajo por el calor


esas, de la que ya no se encuentran


esas, en donde fueron quedando nuestras penas.



Los sábados perennes de los meses caídos


todos ellos trepantes en las camas de los cuartos


de las ventanas, en las movidas circunstanciales


las lágrimas y la lluvia, ¿No eran acaso, tu mentira?



Fueron y soy, el eterno muerto que te pena


en las noches vagas de la lluvia, mis pasos han de alcanzarte


mis pasos que te siguen, a donde vayas


en donde estés, mi alma a de encontrarte.