lunes, 28 de junio de 2010

Capricho


Una tristeza desde el sur,

un andante colgando pares en toda la cara,

el soplo esquelético de estas horas,

el tranquilo descanso, el amigo perfecto de agua

agua en el cuerpo, el tiempo sedoso,

la tristeza avanza, se desliza filtrante entre esas piernas rosas

en los camerinos de una guitarra rota,

sin estrella incandescente que me alumbre,

ni boca roja que me siga;

tanto así, que el piso helado,

el rojo perdido de unas fotos sin color,

retrato del fenómeno nacido de una canción,

que esas manos sin pluma,

escribiese alguna ves, el inhóspito,

el furibundo, el indeseable acorde,

que en la sinfonía más lejana,

no cabía para reflejar esa fotografía,

esos banquitos,

alrededor de unas arrugas tiernas,

de una marca viviente, de un horror no extinto,

de esa polvareda que levantaba en la noche el sitio,

el animal caído del campo desierto,

esa mancha en los ojos de las cacerolas,

de las frutas en la canasta mojada,

los mosquitos febriles de esas semanas de otoño,

que presurosos de una sed,

de una tristeza, que cuando fue fotografiada,

venía del norte, del norte acabado del vecino,

el momento de los viejos, de ser inolvidables,

de hacer caso omiso al grito arremetido de la esposa,

de las faldas jóvenes,

manchadas vivázmente, por la sangre inmóvil,

por el susto repentino de verse, de no verlo más,

de hacer caso al corazón, de gritar,

su mal, su terror,

su desgracia,

de saber que no hay nada,

que el mundo ahora gira alrededor de otros,

que el tiempo se detuvo en la puerta chamuscada del lado,

que retrató la tristeza que venía del norte,

para seguir hacia el sur,

para seguir hacia donde no puede volver,

para que esos amantes eternos queden plasmados,

queden inolvidables,

queden resecos de culpa de nada,

con gracia, si el Diablo fuera a saber,

nunca entraron al cielo, los desgraciados,

nunca voltearon el rostro,

ni dijeron nada,

la luz de la película, se había roto,

y con ella el auxilio desesperado de un tiempo distinto,

de un lado ajeno, de otro cuento para los nietos,

de la historia del último amor caprichoso.