miércoles, 7 de julio de 2010

Pequeños Aplausos que Escuché


Guardo a la interperie mis deseos,

como tesoros cubiertos de miel,

como preciosos objetos que no quieres ver,

que no explican los sonidos bajo tu almohada,

que no saben pararse frente a tu vos,

que no entiende el porque de tus caricias,

a las tardes, enteras partidas de sudor,

de fe intacta ante los suyos, los nuestros

Guardo con recelo absoluto el tibio recuerdo,

como cuando lo dejaste ir,

como cuando las valijas de las ciénagas,

se nos perdieron en el olvido,

se nos cayeron indecisas de volver,

entre tus piernas largas, entre tus pechos incipientes de pasión

de amor profundo, y no cursi, anticuado,

imperfecto y desquisiado, como el que yo daba,

como el que me enseñaste, ese quieres tú

el de las noches alegres bajo las rodajas de la luna,

el de los balcones del centro, cubierto de llovizna amarilla,

entre esos, nos vamos quedando,

así, en tu vestido perfecto de encaje,

entre las camisas que prestamos,

y bailamos...

los duendes y estos días, no nos olvidan

no olvidan madrugadas enteras sacrificadas,

no olvidan serenatas invisibles en tu venus sedienta,

no soslayan tu anatomía, del ensueño que es tu vida.


Que de los tiempos de ahora recordarás, dirás,

que no podías tener más, ni pedir nada

que todo el tiempo se detuvo en el instante pleno de la vida,

que viste como la energía del planeta se detuvo,

dirás, que mis ojos negros, se plasmaron en tu alma,

te mirarás, por el resto de tu vida,

y verás en el espejo,

a ti, a mí, nosotros, los "Sin tiempo que perder"


Y bailarás, entre la champagne y el vino

y todas esas estrellas que pronuncias te,

tu venus sedienta, caerá en la cuenta de que no a visto tal cosa,

que no recuerda, que no se olvida, que tendrá que cargar con ella

el secreto recuerdo, de una noche perfecta.