lunes, 5 de julio de 2010

Dolor Amigo de Esos Lugares Perdidos


Me falta el propio sentido racional,

me lleva, como se lleva todo lo demás

dejándome solo, sin fe propia, sin fe misma

en la cosas que no hay,

sin ellas, no siento más nada,

ni el viento corriendo através de la ventana,

saltando inquieto en los días nublados,

sin eso, ahora no queda mucho,

no queda las tardes de café´s humosos,

que se iban con los recuerdos,

que se perdían a la vuelta de la tienda azul,

de nosotros mismos, también,

entonces vivíamos en la era,

de la quimera extasiada,

excitada, por decir,

en los ojos de los alegres viajantes,

de esos, de estos,

que con lengua extraña me imponían,

me des controlaban, sus mujeres, sus ropas baratas,

sus mundos, sus leyendas, y todo lo ajeno

me deshacía escuchando los labios abrirse y cerrarse,

abrirse en las piernas, cerrarse en la noche,

dejando escapar el aroma ferviente, de una velada eterna,

y me preguntaban:

¿En qué momento se nos perdió el recuerdo?


¿En que momento se nos apagó el alma?

y se reían de las montañas milenarias que ahí, nos escuchaban

se volteaban, se dormían plácidos,

y la mansedumbre de la tierra, los envolvía

los apretaba indiscreta y callada,

sigilosa, como si ella no existiera

en su mente, en sus sueños, en su tiempo

y en todo lo que había, vivía,

lloraba, secándonos el cuerpo,

los pecados, esos formidables,

sin inicio, pero con harto sosiego entre las manos.