sábado, 1 de mayo de 2010

El vals de las Almas


El suelo inerte de mis noches vagas

me hacen partícipe de las más lejanas horas

me hacen suyo en el alba

mis ojos caídos, las almas bailando desiertas

su sangre en el fin de sus piernas

sin sentido propio de mi mente,

las rosas caídas al pie de la tumba

la luna gritando, sin sol que la vea

las blancas luces, bailando dentro de nuestro cuerpo

saltando en silencio en la cama

las caras muertas en las paredes rojas

nuestro profundo miedo, nuestro profundo deseo

¡Deja que ellas vengan, deja que bailen todas muertas!

sin saltar, sin vitorear, deja que se posen en tu rostro

que las almas de entonces sean las de hoy

sin nuestras horas, sin los años que dejamos

sin el tiempo perdido de niños

sin tus ojos en las calles, siguiendome

tus manos suaves, tocando el aire

el respiro fúnebre, de la mortaja hembra,

aquella que después de tanto, se hizo hermosa

no es una niña, eres ella,

sin mundo pesado, por el cual tuve que cruzar

sin las almas en pena, gritando en nuestras noches

sin ellas, no somos más que cualquier otra cosa

¡Deja que ellas vengan, que bailen todas muertas!