domingo, 30 de mayo de 2010

¿Ahora té?


El alma de los días enfermos y azules,

sin cosas en las manos, sangre interna regando los campos

el culpable irresponsable del idealismo general,

que de a pocos nos fue llevando, nos fue matando,

que en sus cartas más fúnebres nos daba agua,

nos daba vida,

ese de aquel, que las horas de las noches perdidas,

el licor verde de los vientos del sur, nos helaba las manos

el corazón, y vomitando cadáveres en las esquinas, nos sonreía feliz.


Se fue metiendo entre los frágiles cimientos de mi mente

analizando el sentido propio de mi inexistencia...


Y me volví loco.


Loco, como los carnavales chovinistas,

loco, como el día de mi muerte

loco, como el lunar pegado en tu rostro

loco, como las horas sentidas de los túnicas negras

loco, como la retórica tesis siniestrada de mi alma

loco, como el filosofo alemán de los libros escasos

loco, como la canción argentina...


Loco, como loco, y loco me quedo porque estoy loco

porque ciertamente nadie entiende mi locura,

porque estoy loco, y nadie me habla, porque estoy loco

porque loco soy, y no necesito tu pena,


¿Porqué?, porque soy poco loco para la loca que eres tú.