lunes, 25 de enero de 2010

Visiones


Yo tenia un amigo demente, y un juguete robado


un abrigo roto, usado y las llaves de un auto prestado


tenia la billetera llena de sueños, y las manos marcadas


en la derecha un par de cigarros,


y en la izquierda una virgen violada




Yo pensaba que el mundo acababa en la esquina de casa


que las novias eran reinas que vivía en disneylandia


a mis cuatro años quise ser corredor del Empire Street


y jugaba al torero.




Las noches, crecían entre el cuento contado


y los luces dormían, en fábulas que ninguno había soñado


mis opciones eran pocas, teniendo seis años


pensaba en escaparme en mi auto prestado




La década me llegó, como llega el correo


sin apuros, tranquilo, pero muy animado


el juego rondaba ya en mi memoria


la escuela era entonces mi campo de historia




Los doce fueron, un año incierto


las mujeres, no eran tan lindas como había pensado


los besos, y los roces, se reían del resto


los muchachos inquietos, hablaban sin miedo


del sexo y del mundo, como grandes expertos




Los trece me llegaron entre el descubrimiento


la mirada, de seis esperanzas que mis manos tocaron


los dedos torcidos que aprendí a dominarlos


me volví un eterno cantante, sin haber ensayado




El mundo se me hizo más grande y viajé, sin notarlo


los paisajes del sol infinito, se volvieron en grandes subidas



las mujeres distintas, me enamoraron


conocí a las más grande niña y me hice escritor


sin que ella notase, que esta cosa que no entendía


me llevaba sedoso, a las más grande experiencia,


que jamás yo contase.




Los días se volvieron, preciosos, en la mata contigua


las raíces del depredador, me hicieron sinuoso


los ojos verdes, que tanto quería, se fueron con otro


me golpearon, tanto esa ves, como nunca eh sentido


me volví un chiquillo, rabioso, que tenía el odio


en la música que el cantaba, a la vida de mierda


despertaba, borracho, en la esquina, del cuarto de alguien


y los besos, que tanto quería, fueron tan fáciles.




Mis amigos, me dijeron "Huevon, ya olvidala"


los miraba, riendo mientras corría


hacia el mundo que tanto quise hacer con mis manos


se me hacía más distante estar a su lado




Me olvidé, de aquella chiquilla, como olvidé los pañales


viajé, por algunos lugares sin encontrar, más a nadie


me asenté en una ciudad que hasta ahora no existe


y es ahí cuando me hice, un putòn desganado.




Conocí a muchas mujeres, como conoces los peces


me revoque, con algunas y con otras no me acuerdo que hice


trabaje, en obras de miedo, que algunos no entienden


superé las barreras oriundas, de unas gatas sin dientes




Abracé, el olvido, de manera como ya no recuerdo


y mojé, tantas cosas, como un regadero


me oriné, en las calles del centro, sin derecho de hacerlo


y vomité tantas veces, como un niño fiestero




Me creció algunas cosas, aparte del cuerpo


el orgullo que me hizo sentir, ahora ya estaba muerto


mi madre orando por mí, desde las ventanas de un sitio


aquel sitio que recuerdo, como si estuviera ahí adentro




Conocí el dolor de pagar mi errores, en las horas no me alcanzaban tener los cojones


las historias, que un día un viejo ignorante, me contó sin apuros


él me dijo : "Muchacho, sé fuerte, no seas inmaduro"


"Mira, que esta leyenda, ya no existe, la del hombre sentado en la vida de un día tan triste"



Levanté la mirada, dudoso, de quemarme los ojos


el cielo, me pareció, ahora, tan indiscreto


la lluvia, limpiaba mis manos, hechas desastre


la sangre corría distante por el escaparate.



Quise ser un bufón adornado, de perlas y oro


el traje convenido, no era un tesoro


las bullas, en las paredes de tantos lugares


los lugares colmados de gritos sexuales.



Los ojos, apresurados seguían el canto


aquel canto despavorido, de los pocos muchachos




el alcohol que en la sangre corría, se fue aprovechando


de un día en la vida, que corría en el disco.








Los de ella, y los míos, eran distintos; acunaba el sentido de la indiferencia


me sentía, cual huérfano en un campo de fresas


sin darme cuenta, que el orgullo se me había pasado



y pasado, pasado, pasado, y me terminó, acabando.



Y fue entonces cuando el momento se me hizo fuerte


comprender, ; sin siquiera querer,


y en eso de que todos decían, más no puedes caer.



Sigues tirando los dados, tal y como tu padre te los enseñó


pierdeSel tiempo y te ahogas en un vaso de agua, me dijeron


yo, solo atiné a responder : ESO YA NO ES PARA