martes, 7 de diciembre de 2010

Parado en la Montaña de la Melancolía


Me duermo perdido entre las notas de tus ojos,

mis manos ensimismadas de desesperación, yacen

mis súplicas al fondo de la verbena;



Soy danzante creído de la guitarra,

sonido entre el espacio,

entre el tiempo, soy perdido de tus besos

de tus besos dulces,

de tus palabras suaves,



Pasan las horas que no creen en la soledad de este cuerpo,

son crédulas de los espasmos de mi alma,

son frágiles ante la necesidad de tus manos,

son sotana muerta del principio,



Y regresan los túneles de la memoria,

las luces efervescentes de risa,

las calles y noches imaginarias de la luna,

son todas ellas,

acaso, ¿El ardor renacentista del amor?

¿El tiempo deprimido que no existe?



Largo, tanto, tanto tiempo sin verte,



Me paso el día entre las horas de los minutos,

vago, sin vos ni fe

ni una comida decente,

me paso sin ti, el tiempo que no paso contigo



El tiempo desidioso, que me mira caído en la acera,

la noche que se me acerca entre las fosas nasales,

los abrigos multidimensionales,

y los tocamientos indebidos de los parques,

las bancas flotantes, los faroles peregrinantes

la vista de tu cuerpo,

la vista de un sol que no me come,

de una noche mágica que no se va,

que sigue bailando al pie de mi cama

jalando mis sábanas,

envolviendo mi cuerpo,

desterrando mis ganas,



Largo, largo tiempo, que eh pasado

me hacen amarte,

más de lo que espero quererte,

de lo que te adoro,

no cabe la duda entre tu alma y la mía,

no cabe el escepticismo propio de la raza,



No cabe el don de ambos para amarnos sin tocarnos,

sin ser lo que somos

solo aire,

solo luz,

gemidos,

fluidos,

amor,

adoración,



Cuento pausado,

lleno de sueños,

lleno de ti,



Cuento pausado,

que se escribe entre mis manos.