miércoles, 4 de agosto de 2010

Kunan Tuta Takisunchis


Vivir en el ambiente de los años

y ser tiempo entre las manos

amar la fe, la esperanza de creer

de invocar al viento, todas nuestras vidas

de tocar con los pies el mar coral de la memoria,

esos sedosos desiertos entre los callos,

los rojos carmines de la abuela embarazada,

de la tierra entre las lágrimas de los hombres;

del grito furibundo de la música que nace,

de la lengua extraña, si

de estos tiempos, manos y el pequeño nacido,

de los aires por las alturas extraviadas,

sin tenacidad entre las brechas de sus caras,

sin experiencia, ellos vuelven, con el levante del sur húmedo,

vuelven cayéndose,

lisiados entre las ovejas de las montañas rocosas,

con el callado en la mano blandiendo,

con la boca desecha, destruyendo,

muriendo,

las gotas y ellas, volviendo sobres sus pies.


Vuelvo con el minuto encontrado,

con la espuma de los mares que conozco,

con el frío eterno de amor hermoso,

ese que corría desnudo entre los cerros,

vuelvo con el sol caliente en mi rostro y nieve en el pelo,

regreso eterno, como siempre regreso, completo,

de una sola pieza, profundo,

cegado entre maravillas y perdidas


Regresé. Con el vientre estrecho.


Volveré, como eh vuelto,

regresaré, sin escamas, ni sal en la manos

sin sangre en la ropa,

sin tumulto pesado, ni pompas, ni vino,

regresaré como me eh ido,

destinado a mirar el mundo sin tocarlo,

predicho a encontrar el amor sin tenerlo,

y sabré entonces si era cierto el verso,

la música y sus noches,

Si regreso dormido, eh regresado vivo.

Si vuelvo despierto, es porque mi alma se a unido a ellos.