miércoles, 18 de agosto de 2010

Cuentos extraños de la boca


Soy como las mujeres hervidas de todas esas ollas

y el alma ardiente de una vida

el faro luminoso, que apagaba nuestros sueños

y la callecita empedrada de mi niñez

la taza gigante,

el enfermo de la cama veinte y tres

los arroces de todos esos amores lejanos

arrastrados por la lujuria del sueño inquietante

de nuestros escritos,

y los cuentos, ah

los cuentos del fuego acicalándose con el diablo,

la higuera traviesa con los duendes arranca manos,

el espectáculo siniestro que el miedo asistía,

que la feroz boca suicida amigajaba

entre tanto y lento,

al tiempo amigo de las cigarras en el huerto,

del sol de las mujeres y hombres,

de las ventanas asesinas con el albor refrescante,

de las mañanas perras,

que con el frío nos envolvían,

entre sus manos apretaban el delicioso aroma de mi especie.

Conocí,

amé el recuerdo de una forma que quedó en el olvido,

de un tanto maestro, de revolución cubana

que del viejo decrépito de los factores esponjosos,

nos alzaba en vilo con sus historias,

de que el viejo caído,

nos devolvía al tiempo y el espacio

que rodeaba su cuarto centenario,

¡Pobre hombre!, llegaban a verlo

le besaban la mano,

y el viejo observaba,

...

se sentaban a quejarse de la vida y del mundo

de las horas que no habían,

del dinero que pasaba rápido,

y el viejo observaba,

...

Una ves me contó meditabundo, el pobre viejo

"Eh visto amores que desgarran el alma

y hacen llorar al más duro,

eh visto de los tiernos, que suavizan el alma del moribundo,

conozco de los sucios y tramposos, lujuriosos,

esos los conozco, eh vivido con los amores perros

y los de lástima, bueno, no hay viejo que no los conozca;

pero no doy crédito al amor que nace en el nuevo tiempo,

el amor a saberse muerto, y burlarse de un viejo"