lunes, 5 de abril de 2010

Realmente te veo


En silencio de una boca, cuando sus labios cerrados,

sus ojos cerrados, su alma descubierta

me observaron, desde el extremo infinito

desde las luces aparentes de la noche

las palabras circulando en el aire

sin mucho que pensar, la música al fondo

treinta y seis violines en nota mayor

con complejos de modestia, me miraste

sin rozar tu mano, sin mirarte, ya me había visto

sin la aventura genuina de una noche intransigente

sin los años que se te fueron encima

sin nada de lo que yo pueda ir en contra

sin más que solo tus ropas, tus ojos,

sin más que perder el control

y me preguntaste si quería jugar...

me cogiste de un extremo de la camisa

sin excusas, me condujiste

me tiraste cuando te agotaste

pero ya yo, estaba hecho

sin decir nada, sin nada por que luchar

sin que tu me mires, yo te miré

y te observé, y te amé, y te adoré

sin tantas noches, sin tantos juegos, sin tantas cosas

sin tantos años...

sin treinta y seis violines en nota mayor

y me decían que estaba loco, que me caía

que nunca me vieron de ese modo, solo hizo falta catorce canciones

cinco cervezas, doce cigarros, y una maravilla de noche

para que me diera cuenta de que nunca te tuve, ni nunca estuviste cerca mío

ni siquiera, tan cerca como yo pensé que te había tenido.