lunes, 16 de noviembre de 2009

El hombre de los cinco pecados


Mi vos se me vino seca, en la callecita aforme de aquel sueño

el terno negro y las manos siempre limpias

en aquella ciudad que todo lo tenía, y que yo adoraba

en el balaustre, colgando sus faldas, lo que ella mandaba


"Mi amor, solo eres tú"...ella me cantaba asidua, todas las estrellas

su corazón era solo el mar que en los campos llovía

en la callecita de mis sueños...ella me quería

sus manos sobre el viento tocaban.


Sus ruidos en las miles de camas, en el hombre que ella quiere que sea

en los gestos que ella quiere que diga, me convierte en pecado

ella la de carita de ángel, el demonio mío que en las noches me domina

a la mañana siguiente las manos en los pechos golpeados, pidiendo perdón.


Hablando susurros en las iglesias, con su porte de mujer santa

las lágrimas que en mi cuerpo cayeron cuando ella me decía:

"Niño...hay niño", contemplándome el deseo

contemplando la vida, lo que ella solo quería dejar que pasara.



El odio se convertía entonces en la cosa más erótica, divertido

el que pasaba entre sus piernas, caminaba con ella

desde la punta de sus sueños, hasta las mañanas ebrias

desde los besos que me negó, hasta los que me dio sin pedirle nada.


Mi cuerpo se abstraía, en los pecados que ella me enseña

los cinco pecados de sus cuerpo salen, los cinco pecados que todo hombre ama:


El primero que lo encontré en sus caderas


El segundo que me mostró a ser una bestia


El tercero que me hipnotiza si ella me besa


El cuarto que me desgarra con la mirada


Y el quinto, toda ella.