domingo, 7 de marzo de 2010

Un dìa en el tiempo


Aplausos descuidados en el fondo de la sala

los tíos enfermos del vuelto páramo, los entonces de una vez

¿Quizá el gran, gran segundo, ya paso?

las piernas rotas con sangre azul.


Antes de la vida, decía la canción, solo había tormenta

los truenos asustaban entonces, hasta los poemas de Poe

los desquicios de la mente primitiva de un tiempo,

se hacían raudos con las horas, con el pasar de los hombres.


Volando, se hicieron las aves, las trampas y el almuerzo

por un error descuidado, los nietos, y por dos bofetadas,

el amor; las personas inventaban una manera de no caer,

pero fue invadiendo cada centímetro de nuestra era.


El descanso divino, le llegó al planeta como el amor; para quedarse por largo tiempo

sin necesidad, de leyes, ni mandatos, los hombres de entonces marcaron líneas

casarse con aquella, y desear a la otra, ensuciarse las piernas, y volver a ensuciarlas,

las mujeres y el vino, la simple existencia de un momento en la existencia.


La iluminaciòn de la mente, fue para el hombre, la experimentación de una droga

nunca más quiso soltarla, dejó de ser tan agresivo, para volverse piedra

y con la piedra angular de un desidioso contrato, la cual, el tiempo,

se encargaría de mostrarnos que para nada sirvió.


Te bajaste las bragas, y nunca más dije nada

los hombre se volvieron locos, y gritaron, la enferma reacción de una era

las portadas prohibidas, la revolución sexual, los penes y vaginas,

el planeta entero rendido ante un Majestic, la mujer rubia de la sonrisa eterna.


Y fueron tantos años de historia, para llegar a a la conclusión
de que sin amor el hombre no funciona,

se me hizo perenne el sentimiento de moda, aunque nunca quise darle cuerda

me dejé llevar; y comprendì tantos siglos colgados de una enferma excusa religiosa.


La enferma, la moda y la revolución; la excusa es esta: "Porque la amo"