
Desesperado, interno, circulante, acicalàndose los cabellos
gritando multitud de letras insustanciales, quedàndose fuera de su mente
aullando como lobo herido, la luz de la celda, la música, todo lo que él ve;
en la casa donde el momento se le hizo años, y la risa es lo último que él conoce.
El estruendoso sueño, de la memoria interna del despilfarro, de sus días
en los que tanto fue cayendo, la democracia y el auge enfermo de un sol sin esperanzas
las pancartas afuera de la vida, las ropas y el ínfimo orden tenebroso de su existencia
toda esa gente que en su mente grita.
Los de la comuna, los anuncios y los letreros, alzar la vos , y ¿Para qué?
para que un grupo de incesantes calderos, aquellos que en el poder se emborrachan
arranquen de por sí, todas aquellas letras estampadas en el alma,
la memoria de los que no tiene ni vos ni voto, la memoria de los que cayeron con las letras.
Y juzgue Ud, a pesar de un sitio redondo, en el cual nos confinaron
nos gritaron y por fin, al final del día hartos de saciar su ego, e inyectados con sed de sangre
nos dejaron ir, muertos, transtados y segundos.
Nos dejaron en los sueños la amarga sinfonía de un grito sin fundamento.