lunes, 15 de marzo de 2010

Dos minutos


Egoístas fueron los tranquilos segundos que se fueron

con las manos abiertas despertamos en ellos, un infeliz silencio

siendo, entonces nosotros, aquellos que ellos siempre han querido

las luces de las cortinas irritantes, que con los ojos cerrados

recibíamos, y el sonido de la melancolía invadía

hasta la faceta más estoica, recaía entonces

las mañanas sin dolor fortuito

sin creer que nuestra locura, que nuestro sitio

seria alguna ves invadido

te fuiste yendo, ¿A dónde?...la verdad no importa

solo importa que me mentiste, que con los lapices escribiste

la ignorancia de no saber que fue de ti

te fuiste, si; pero siempre te quedaste

fuiste casquivana en desatar este desastre

y no mediste las consecuencias de los juegos

las manos sin dedos, no faltarían para no tocarte

sin estar en lo lógico, en los estúpido de las tardes

de los días sin nubes, sin día

de los aeroplanos sin cuerpo

de los niños sin risa,

de los logros de convencer a la noche de quedarse dos minutos más

tu dices así, yo no digo nada, y las mariposas, nena

que se encarguen de degollar los sueños que por el camino tiraste

de mi, no te preocupes, yo mismo, me degollaré incesante,

para no tener que recordar mañana, a los días sin día

y que las tardes son sin sol, pero sobre todo para no tener que recordar

que dos minutos no le bastaron a la noche.