
Como si el son de sus manos en el aire, no fuera suficiente
las almas desnudas, loaban tal monumento, tal mujer
tal espectáculo, verla en sus dioses negros, danzar como siempre quizo
como ella misma era.
Los movimientos en el tiempo, nos sobraban, ella sabía lo que hacía
dejàndome llevar a lo íntimo de su raza, enseñándome el poder del cuerpo,
como nuca lo vi, la alevosía de su rostro retrataba, el aumento del placer
la mágica mujer, bailando sus manos en el aire, bailando sus caderas con los dioses.
En segundos infinitos se deshizo el tiempo, mujer llèvame a donde has ido
llèvame a donde podamos creer, que ningún otro momento vale más
que estar con vos, en donde los dioses negros, bailan alrededor de tus caderas
las manos en el cielo, dejàndose llevar por la música.
Los sonidos sicodèlicos en las alfombras, tú orando, las almohadas llenas de todo
yo como soy, mujer, mágica mujer, de los momentos que nunca deben acabar
creía que mi error fue dejarte ir, pero mi mayor error fue amarte,
así creo que nunca más podré encontrar, alguien con la màgia que tu despertaste en mí.