
La alegría del los inmensos mares,
esos bastos imperios de un recuerdo
sin verde astuto de nuestras niñas,
las bebidas, ni tampoco las palabras con poemas,
las palabras con sed,
con ojos mentirosos de tardes de sol,
con el mar a la espalda de una promesa,
con la marea de toda la vida,
¡Vamos!, no te quedes dormida,
hoy somos aire,
hoy, y solo hoy, salgamos,
solo los dos, que la neblina del cielo
nos lleve, por toda la costa,
que nuestra pasión se cuele, en el alma del mar,
las ropas, y las notas, las sonrisas blancas,
tus cabellos salados, tu rostro, mujer
tus manos en la arena.
Nuestros secretos, en procesión
nuestros santos, deprimentes, sin música
sin baile, sin vida, vestidos con camisa y con vestido
sin horas, que sobre ellos se van,
sobre el ahogado, sobre toda nuestra vida,
sobre tus caderas, sobre tu boca,
quiero caer,
silencio,
más silencio,
absoluto,
nuestra alegría encuentra paz,
para quedarse así, para vivir contigo,
para besarte el cuerpo todas las noches,
para cantarte como te gusta,
para acariciarte hasta que el sol salga por el mar,
por el basto imperio oceánico,
que sin carnaval eterno, nosotros, los de ahora,
alegramos sus días y sus noches,
sus olas y sus lunas,
con el sitio de un amor que no esperé,
con tus cabellos salados,
con tus labios blancos,
con tus manos en la arena, mujer.