
Llega el silencio, amigo caído
a mis manos enfermas de sed
a los ojos lejanos de colores vivos,
llega el resumen doloroso de un resumen partido;
siento pusilánime, el logro nocturno
el agua de los arroyos mentales, las corrientes valientes,
el perfume extraño de la gente,
apacible agua de estas noches heladas,
esas calles poéticas con olor a menta
esa ropa sucia embarra de pasión.
Regresé sonriente por el anexo cóncavo,
letras presumidas de una boca sin pasado,
la tinta senil en trampas pálidas
de mujeres con cabellos amarillos y ojos pardos;
aumenté los cafés de madrugada,
tus amigos insanos de los fines de semana,
y el metódico encuentro con el polvo blanco;
Desgarrado sirviente de esos tiempos flojos
de infantería desgastada en el sol caliente,
la fe intacta de los árboles más viejos
los reproches noscivos para este corazón apagado.
Como luces con sonrisas inocentes
hablando sensibles en la banca fantasma de ningún parque,
comentando en miradas las nuevas noticias de este tiempo,
las madres vestidas de niñas sin senos;
Mis calles, mi noche helada, mi beso lejano,
mi Dios en la misa, lujuria en el credo:
"Creo en Ti Padre, creador de sus besos insaciables
de su cuerpo infatigable, de sus ojos corrompidos"