
Abrazó los ruidos externos que corrompen mi alma
extendió mis brazos, con oraciones en los labios,
túnicas blancas que desfilaron perezosas bajo las nueras,
cocina aplastada por un recuerdo antiguo de mar,
el olor fétido del cilindro vacío,
estrangula las pasiones que se encienden,
que chamuscan las sábanas rosas de los cuartos rosas,
de la mujeres amigas de los miembros viriles en extinción
ellas y todo lo demás, me introduce, me llama
como el silbido perenne de las estatuas en mi parque,
como el cuerpo desnudo, mojado, irresistible a negarse,
y entonces ellos, los que están siempre sentados,
nos disparan miradas,
con lenguas extrañas nos llevan a lo pasajes recónditos,
de nuestra imaginación
y pues claro, nos muestran la pasada de siempre,
la memoria del salmo, del salmo mal dicho,
malditos ignorantes, gritaba yo
y es que en la tranquila desaparición que se armaba
fue de soslayo, el que parecía el líder
a pudrirse las manos,
a mitigar su pecado, con sarnoso estiércol,
sus ojos entonces me ametrallaron,
me dispararon a quema ropa,
la mirada furtiva de un asesino de almas,
de un hereje completo que no padecía, siquiera,
de lujuria ni desacato,
era el hombre completo de la estirpe,
era el sucio fenómeno, que ellos armaron
que ellos, en su desnudo sangriento
en su tiranía innegable,
en su basta idiotez religiosa,
fecundaron el mundo,
fertilizaron con maldad,
y renaciente, él ahí, me miraba
estaba lúcido, como un sol de otoño despejado,
como una furcia recién estrenada,
me miraba, y sus ojos penetraron mi pecho flaco,
sacudieron los cimientos de mi tinta antigua,
sacudieron todos los cimientos en mi ser,
dejaron callado al profundo grito desesperado,
que de mi alma salía,
y dieron paso al fruto perfecto de una revelación estoica,
retumbaron el pleno, redoblaron el flan ámbar que se comían,
y entonces me escucharon :
"Extraño, como el mismo instante en el que comenzó"