
En la ventana dormido y triste miraba el viejo
caía entonces la lluvia que sus brazos quemados mojaba
que en su mirada en las nubes, estás llevaban
su triste y desesperado beso a los labios de su amada
El viejo dormitaba sereno sobre la hamaca
que en el fuerte tronco colgaba, en silencio
en su casa, en su tierra, los cabellos de ella
todo sus sueños llenaban
En donde la mujer del viejo bailaba
sus caderas adornadas de perlas y conchas
balanceaban el mustio piso de madera
entre sus piernas la música fluía, como la lluvia
como el mar que a lo lejos miraba
Y creía él entonces en el amor
en su mujer que sus días amaba
que el tiempo no existía entre los dos
que solo había pendiente recorrido
entre las sábanas de la hamaca
Pero ahora ella desde lejos lo mira
le sopla un beso en el viento
que en su cara reposa, que en su rostro sureño
el viejo, tocaba el cuerpo de su amada
y que al oído le decía:
"No llores, que estarás aquí en la mañana"