
El descanso eterno florece en las tardes rojas del encuentro
las flores tartamudas caen alegres entre el pasto tierno
se pierden dormidas entre los sueños del cielo
y simples aman el sol rojo, en el fondo de la vida
En sus cabellos se encuentra el mundo
en su espalda los momentos
deslizan sus manos el tranquilo pesar que sus ojos ven
entre el viento y una sonrisa que no existe más que en su mente
Desequilibrio, alcanza el inmenso cantar
perpetua el terror en la sangre,
la que pinta nuestros soles
la que abunda en nuestras camas
En las que las más tiernas flores deploran
su motín perdido entre la tarde y la noche
entre los recuerdos que abundan en su mente
del mar, ella ya no sabe nada
Perdidos encuentros trepan las ventanas rosadas
entre mis manos y tu cuerpo
entre el tiempo y la incertidumbre
de no saber si existes mañana
de no saber quien eres, ni siquiera creer que me amas
De no pensar en los azules festines que en febrero adornaban
el candor de tus labios mojados
entre las luces, que tu mirada odiaba
que me perdía siguiendo, más y más entre las tardes rojas del encuentro