
El tranquilo silencio calante adornado
el pensamiento que cae inquieto entre las nubes
el sutil amo, que en el castigo piensa en su destino
el infortunio desheredado de algún lugar de la vida
El punto entre los tres días que han faltado
el silencio penetrante, en la lámpara al costado
ve inseguro, el fehaciente desamparo en el cual a quedado
el perdido vestido cincuentero de alguna dama descuidada
Sucio cenizo ardiente, pierde el encuentro de la vos
trepante acostado, va eterno caminando en la arena
la canción del sesenta que marcará el lugar
entre las selvas de Tarzàn.
En donde Zeca a reposado sus sueños
en donde Kurt a estallado, en sinfonías del noventa
cantando veinte años después desafinados acordes
a los que ya ni cuenta, a los que ya ni escucha.
Agota la reserva del estado poderoso
ensancha el país de orgullo, entre las noches
entre las estrellas, entre un asiento que no sabe ni que cuenta
entre el ombligo de aquella mujer en donde eh cantado
en donde eh gritado, en donde has llorado,
quizás entre el odio y el olvido
queda resonante aquel discurso de doscientos años
Queda la vos del argentino, y el chileno,
queda la sangre del brasileño y el boliviano
queda el amor del venezolano y el colombiano
quedan hermanos ecuatorianos y peruanos
quedan cayendo entre las fauces de la selva
la selva de Tarzàn, en donde Zeca se a dormido
En donde van quedando, y quedando, y quedando
más, y más, tantas cosas que nos faltan por hablar.
Cosas que hay que explicar, no con palabras, no con hechos
no con poesía, ni música, no con reformas ni leyes.
Cosas que van quedando, y quedando, y quedando
en donde algún día ya ni siquiera sonarán
solo morirán olvidadas.
Tranquilas de que hicieron a este mundo lo más hermoso posible.