
Carnaval activo de hermosas todas
estás, las de afuera, las del mundo
las antiguas y sus besos desesperados,
las malas y buenas,
sin razón de maltrato, sin pecado lujurioso de sus noches,
ellas, con bocas húmedas y manos frías,
cuerpo exquisito de seguridad instantánea,
de enteradísimo, sincronizado estilo de supervivencia
mías, las que eh creído
mentiras que nadaban en la alberca de la plaza,
heladas ráfagas de años á venir
que las hermosas, se queden desvariando
que el presunto corrupto de sus deseos, de lo que han hecho,
se quede en ese mismo cuarto, en esa misma escalera, en ese mismo callejón
en esa misma calle,
misma sábana,
misma almohada,
mismas ganas de mordidas exquisitas, que se quedan, que se van.
Misma desesperada, cae rocío, como cae el agua.
Y así se quedan,
estructuras del falso romance,
entrelace perfecto de la oscuridad,
sin signos vitales del corazón,
sin rojo, sin verde, sin amarillo,
sin razón,
no le queda nada más que arrojarse al infinito,
el suicidio culposo de una de ellas,
de las hermosas,
de las bellas mías,
frágiles como son, como fueron,
como creo yo;
Amarre definido de tus figuras,
entierro de los puntos melódicos de tu alma.
Entierro de los puntos, espejismo agudo de tu histeria,
de los escaparates en tu estómago,
en el corte abstracto de tu secreto,
en la adicción de tu cuerpo por mi cuerpo
seducido, vapuleado;
Amarre, sin cabos sueltos que atar.